Este fin de semana, en el primer seminario del curso de Medicina Ambiental Clínica, gracias al Dr. Pasciuto hemos podido aprender la importancia que el medio juega en la salud.
En tanto que médicos que desde hace unos años ya ejercemos en el campo de la medicina integrativa, consideramos que el hombre no está separado de su entorno y que, por lo tanto, lo que sucede en éste tiene consecuencias directas sobre la salud y el equilibrio de la persona. Con todo, en este curso lo hemos analizado con un mayor detalle y precisión. En la presente entrada de nuestro blog, pretendo explicar, brevemente, el porqué de nuestra preocupación por el medio ambiente.
Desde mediados del siglo pasado y debido al enorme avance tecnológico experimentado sobre todo en nuestras sociedades avanzadas, se han multiplicado los productos químicos con los que estamos en contacto a diario; hemos pasado de unos cientos a unos miles. Respecto a estas substancias, se acostumbra a aplicar lo que en derecho constituye la llamada presunción de inocencia, es decir, ninguna substancia es culpable hasta que se demuestre lo contrario, cuando lo que quizás sería más correcto en estos casos es aplicar el principio de precaución, según el cual antes de usar una substancia hay que estar seguro de que no sea nociva.
Sin embargo, el procedimiento más común es diferente. Así, a medida que la substancia circula se van recogiendo evidencias sobre su seguridad, pero siempre de una substancia concreta y en un producto específico, con lo que se establecen unos niveles de seguridad de uso o emisión. Pero, ¿qué ocurre con el efecto acumulativo que tienen algunas substancias o con el sumatorio de las distintas sustancias?
Cada día, ingerimos (o respiramos o nos ponemos en la piel) gran cantidad de productos químicos que son nuevos para nuestro cuerpo y que éste no sabe o no tiene tiempo de eliminar, pues no ha podido aún adaptarse a ellos. Algunos son carcinógenos, es decir, son substancias con capacidad de producir cáncer; otros son disruptores endocrinos, pues modifican la respuesta a nuestras hormonas. En definitiva, son substancias tóxicas. Pero, si es así, ¿por qué no estamos todos enfermos? Pues porque cada persona tiene un substrato genético y de vida diferente. Por ejemplo, las personas con poca capacidad de metabolización hepática tardarán más en eliminar las substancias, habiendo una mayor acumulación en su cuerpo, lo cual se puede dar porqué está genéticamente programada o por causas adquiridas, como pueden ser el abuso del alcohol o el padecer una hepatitis vírica crónica. Otro caso sería el de los niños o el de las mujeres embarazadas, para los que algunos productos supuestamente seguros estan restringidos. ¿Será que ellos son más susceptibles?
Los tóxicos de los que hablamos se pueden encontrar, por ejemplo, en los alimentos, en forma de pesticidas u aditivos alimentarios, aunque también en el aire, debido a las emisiones de fábricas o mohos presentes en las estructuras de algunas casas; en las cremas que nos solemos poner también están presentes. Por no citar sino un solo ejemplo, tenemos, una substancia clasificada por la IARC (http://www.iarc.fr/) como “carcinógeno seguro para el ser humano y los animales” que, a pesar de todo, ¡se sigue usando y, además, ampliamente! El formaldehído lo encontramos en maderas, en la ropa, en productos de peluquería, en productos de limpieza, etc. Es cierto que existen unas limitaciones de uso según el producto, pero lo que no se tiene en cuenta es la sensibilidad individual y el sumatorio de los distintos productos con los que convivimos a diario y que contienen formaldehído.
Pero, ¡que no cunda el pánico! Hay formas de medir la exposición a tóxicos; existen maneras de detectar de dónde provienen, para así poder alejarlos. Y, además, hay formas de incrementar la capacidad individual de combatir estas substancias. Afortunadamente, cada vez son más las personas concienciadas acerca de este problema que, por ejemplo, compran sus tuppers sin BPA o que rechazan los nuevos contadores eléctricos y compran productos ecológicos. Y es una evidencia que cuando los usuarios lo piden las empresas deben cambiar.
Por último, el mensaje es: hay que estar informado y prevenir sin asustar o asustarse.
Dra. Padma Solanas Noguera
Foto de Fabio Bruna https://www.flickr.com/photos/_fabio/104792456