Hace ahora unos diez años, esquiando en los Alpes Franceses, tuve la ocasión de compartir telesilla con mi amigo JBT, eminente oncólogo que hoy dirige la que es probablemente la mejor institución del mundo en tratamiento del Cáncer, el Memorial de Nueva York. En el trayecto yo me interese, como de costumbre, por sus evoluciones médicas y al llegar al final del recorrido le dije: todo lo que se de cáncer me lo has enseñado tú, a lo que El respondió: ¡pues sabes más que la mayoría de médicos! … Primero pensé que lo decía en broma, como un cumplido, pero por su forma y actitud en la mirada supe que lo decía en serio.
Mi interés por profundizar en el conocimiento y las mejoras en los tratamientos de tan crónica enfermedad han sido una constante desde que conozco a JBT, siempre que tengo ocasión, pocas, comparto charlas ilustrativas con El al respecto, que complemento con mis incursiones particulares por otros medios.
A riesgo de meter la pata, espero que no, y aun con la limitación que me reconozco en este tema, hoy me propongo explicar de una forma domestica como se produce todo esto, cómo evolucionan sus tratamientos y como se puede mejorar la prevención.
Me meto en camisas de once varas solo con el ánimo de aproximar ideas básicas que ayuden a entenderlo mejor, espero no decir ninguna barbaridad y si lo hiciera, corregidme.
Yo definiría la vida como aquello que es capaz de auto reproducirse, de copiarse, de replicarse, formando otro ser con sus mismas características, incluida la de volverse a reproducir. Esta reproducción empieza a nivel molecular, este pequeño universo repleto de proteínas y aminoácidos que contienen unos libros de instrucciones de lo más preciso para que las copias de sí mismas salgan perfectas. Estas instrucciones están contenidas en los genes, unas espirales dobles (como dos cuerdas que se retuercen sobre si mismas) que contienen cuatro tipos de caracteres que van formando combinaciones entre sí para escribir estas instrucciones, es como la matrícula de un coche, pero con millones de caracteres, no hay dos iguales. Es una idea brillante por su simplicidad y a la vez difícil por su extensión, cuanto más evolucionado es un ser, mas información necesitas para definirlo. Si combinas una doble hélice de cuerdas blancas con otra doble hélice de cuerdas negras para formar una nueva vida, estas combinando una de las cuerdas blancas con otra de negra, la mitad longitudinal de cada una. En este proceso se toma la mitad de información de cada lado, pero, pero las decisiones no se toman exactamente al 50%, hay caracteres que dominan en igualdad de condiciones y esto hace que no todo sea una mezcla matemáticamente equitativa. Este hecho tiene repercusiones en muchas cosas positivas pero también en otras no tan divertidas, que conllevan enfermedades.
Además hay otro aspecto que interrelaciona, una de entre muchos millones de copias, de reproducciones, se produce un ligero cambio, una variante, una mutación. La mutación en sí misma, es solo una copia no idéntica del modelo, sucede al azar, en realidad es un «fallo» una minúscula alteración del sistema, los efectos que esto conlleva son de lo más variado. Esta mutación, sostenida a lo largo de millones de años, es lo que ha permitido que la vida evolucione desde sus orígenes, si no hubiese sido así aun seriamos una bacteria en una ciénaga de barro y sin conciencia de ello. La mutación ha hecho posible una lenta, pero constante adaptación al medio para que sobreviva el más dotado. La otra cara de la mutación es que a veces conlleva aspectos menos agradables, son dos consecuencias del azar.
Cuando se produce una reproducción molecular, la nueva molécula pasa un «control» de calidad. Necesitamos esta reproducción constante de moléculas para mantenernos vivos, para reemplazar a las que se mueren a cada momento. Nuestro cuerpo está plagado de controladores específicos para cada tipo de célula. Así por ejemplo, hay un controlador al que la ciencia médica llama P53 que vigila las células cancerígenas de la Próstata en los Hombres y de las Glándulas Mamarias en la Mujer. Una célula cancerígena es aquella que tiene una mutación no beneficiosa. Si el control de calidad o policía lo detecta, la destruye y se acaba el problema. Células cancerígenas en algún momento de nuestra vida todos las producimos, pero si los controladores actúan bien no las dejan que se reproduzcan. Hay algunas especies animales, como los tiburones, que no desarrollan ningún tipo de cáncer, lo que quizás sea causa, o consecuencia, de que hayan sobrevivido tantos millones de años. El problema de las células mutantes no beneficiosas, que no siguen el libro de instrucciones, el problema real es si burlan los controles de calidad o policías y se empiezan a mover por el cuerpo, se reproducen y se amotinan. Consumen más energía que las células normales y se pueden reproducir a más velocidad. Cuando tienes 10 elevado a 11 (cien mil millones) de células cancerígenas técnicamente no puedes ya vivir, pero solo se detectan las células cancerígenas cuando tienes entre 10 elevado a 7 y 10 elevado a 8 (entre diez y cien millones de células) la tecnología aún no permite detecciones menores y es que hay billones y billones de células en nuestro cuerpo.
El promedio de curación de todos los tipos de cáncer, actualmente está en el 60% y mejora a raíz promedio de un 2% anual. Estamos hablando de promedios, hay tipos que se curan en un 90% como los de piel y otros más rebeldes en que el avance del porcentaje de la curación es más dificultoso, como el de Páncreas y Pulmón.
Los tratamientos químicos han evolucionado mucho desde sus orígenes hace escasamente medio siglo. Antes era una guerra abierta y total, ahora son guerrillas especializadas. Los modernos tratamientos llevan contenidos letales encapsulados y preparados para que solo actúen contra las células mutantes, liberan el químico cuando encuentran la célula maligna. El problema es que las células mutantes, muy listas, han descubierto la manera de sortear al identificador, se hacen pasar por buenas cuando sospechan que se las van a pulir y el verdadero trabajo consiste en inhibir al receptor, sobornar al segurata de la disco para que te deje entrar y liberar la química dentro de la célula. Explicado parece fácil, pero a este nivel de acción es, complejo no, lo siguiente. Es un trabajo a nivel proteínico.
El cáncer tiene dos grandes causas en su origen, las causas Genéticas y las Epigenéticas. Lo que veremos a continuación es que hay una secuencia de sumas de probabilidades y que las cosas siempre son multifactoriales, se trata pues de restar probabilidades por todos los frentes posibles para hacerle frente.
Las causas Genéticas tienen que ver con lo que explicaba al principio, mecanismos que te vienen dados por herencia genética y que ya vienen programados en tu libro de instrucciones, son una probabilidad que conllevas. Modificar el gen culpable de cada enfermedad es algo en lo que se trabaja, pero comprenderás que es tremendamente difícil hallar aquella parte concreta y especifica de la doble hélice que tiene un defecto y cuando la hayas detectado tienes que arreglarlo, todo esto a nivel tan extremadamente minúsculo que lo hace muy muy complejo.
Las causas Epigenéticas son todo aquello que aportamos con nuestros hábitos, de nuestro entorno, todo aquello que, para entendernos, introducimos desde fuera. El consumo del tabaco, del alcohol, de ciertas conductas alimentarias y otras cosas de las que empezamos a sospechar, son las causas Exigenticas y aquí es donde podemos intervenir en la resta de probabilidades.
Sabemos que el tabaco es causa de innombrables canceres además del de pulmón, sabemos más cosas de los hábitos de bebidas alcohólicas y algunos tipos de alimentación más favorables que otros. Sabemos, según dice la OMS, que la contaminación ambiental es un elemento que hace más probable el desarrollo de algún cáncer, la del aire en los pulmones y la del agua con sus células orgánicas o restos de purines para los de vejiga.
Dentro de los factores Epigenéticos también está el estado anímico, sensitivo y emocional, igual te parecerá raro, pero veras que no lo es tanto. Quizás ahora venga la parte más interesante del tema: el estrés, la ansiedad, la infelicidad, las emociones mal digeridas… todo esto durante mucho tiempo acaba haciendo su mella. Tiene su explicación, la mente gobierna todo nuestro cuerpo, lo podría gobernar plenamente si nos lo propusiéramos, un estado de ánimo con estrés o infelicidad exige un trabajo extra de tu cuerpo, le crea un desequilibrio energético e incluso hormonal. El estrés es un mecanismo de defensa animal, como el miedo, que exige nuestra máxima atención frente a un depredador, si es algo puntual te sirve para sobrevivir, pero si convives expuesto al de forma permanente le causa un cáncer incluso a una rata. Las condiciones desequilibrantes de larga exposición te bajan los rendimientos del sistema inmunológico, los primeros síntomas son biológicos visibles, pero están los no visibles si el tema es profundo y prolongado. Es vital que el sistema inmunológico este tranquilo, pues en el trabajan todos los controladores que vigilan cada parte de tu cuerpo.
Una emoción intima e intensa, mal digerida, acumulada a lo largo de años, puede ser causa de males biológicos e incluso cáncer. Conozco casos y la relación vinculada es clarísima.
Hay cosas en las que poco puedes hacer, hay cosas en las que puedes hacer algo y hay cosas en las que puedes hacer mucho: procúrate el equilibrio alimentario, de hábitos vitales, de sensaciones y de emociones y procúralo para los demás, consigue la paz de espíritu y conseguirás el bienestar de tu cuerpo y de tu salud y la de los que te rodean.
Para un año mejor, para una vida única.
Jordi Nogues, 22 Dic 2013
Foto de Liz West https://www.flickr.com/photos/calliope/6025359063