“¿Cómo está tu sistema digestivo?” esta es una de las preguntas que están presentes en cada consulta que hacemos existan o no problemas gastrointestinales.
Un aparato digestivo saludable es cuando:
- No hay síntomas ni molestias intestinales (dolores, hinchazón, pesadez, dolor fuerte en los intestinos, entre otros).
- Absorbemos los nutrientes de manera correcta.
- Tenemos una frecuencia de evacuación entre 1-3 veces al día, con una correcta consistencia uniforme.

Entonces, ¿qué sería un aparato digestivo no saludable?
En este artículo vamos a profundizar en estos casos, ayudando a identificar los diferentes tipos de problemas gastrointestinales, sus posibles causas y cómo pueden ser tratados.
Tipos de problemas y molestias gastrointestinales

Existen algunas molestias intestinales que comúnmente se asocian rápida y fácilmente a problemas gastrointestinales.
Aunque hay otros síntomas muy frecuentes en la población que no están tan comúnmente asociados a trastornos intestinales.
¿Cuáles son los problemas gastrointestinales más comunes?
Cuando hay problemas en el sistema digestivo, la sintomatología puede ser muy variada. Los síntomas que se asocian más fácilmente a los trastornos digestivos pueden ser:
- Los gases
- El dolor abdominal o “en la boca del estómago»
- El ardor
- Estreñimiento crónico o descomposición (diarrea) crónica. A menudo nos encontramos con personas que sufren estreñimiento crónico o descomposición (diarrea) crónica y ni siquiera son conscientes de que es un problema. En algunas ocasiones más graves, la diarrea, puede ir acompañada de moco y sangre en las heces.
- Colon irritable, síndrome en el que se da alternancia de períodos con descomposición y otros períodos de estreñimiento (cabe destacar que para nosotros el colon irritable no es un diagnóstico sino una descripción sintomática que nos permite indagar y buscar la causa que lo está originando).
- Hemorroides, un problema gastrointestinal muy frecuentemente asociado a estreñimiento.
Las deposiciones nos dan mucha información sobre el estado de salud de nuestro sistema digestivo.
Es por lo que, en la historia clínica que realizamos antes de cualquier visita médica en medicina integrativa y holística, siempre tenemos en cuenta la frecuencia con la que el paciente va al baño, la consistencia de las heces, su color y flotabilidad y cualquier cambio en lo que respecta a estas características.
¿Cuáles son los síntomas que comúnmente no se asocian a los trastornos intestinales?

Aparte de la sintomatología propiamente digestiva, los trastornos gastrointestinales pueden dar síntomas fuera del sistema digestivo.
Son señales alejadas de lo que habitualmente se asocia a los problemas gastrointestinales comunes:
- La afonía, la ronquera o la tos persistente, pueden ser debidos al ardor, también llamado reflujo gastroesofágico.
- Ansiedad y depresión, u otros síntomas psíquicos o neurológicos.
- Enfermedades autoinmunitarias o degenerativas (o el empeoramiento de estas).
- Dermatitis atópica u otras afecciones cutáneas.
- Asma o bronquitis de repetición, entre otras afecciones respiratorias
El aparato digestivo tiene una estructura única que hace que sea un sistema primordial en la salud neurológica, inmunitaria y endocrina. Es por ello que cuando hay una alteración de la barrera intestinal podemos encontrar los síntomas mencionados anteriormente.
Es fundamental diagnosticar correctamente la sintomatología asociada al intestino para poder establecer un tratamiento adecuado.
Posibles causas de problemas intestinales
El intestino es una víscera muy especial. Está en contacto con el medio externo, a través de todo lo que entra por la boca, igual que la piel.
Pero a diferencia de la piel, el intestino tiene un papel fundamental de absorción de los nutrientes necesarios que abastan a todo el cuerpo. Para poder realizar esa función debe ser poroso sin dejar pasar peligros.
Es por ello que está dotado de una triple capa: la microbiota intestinal, las células del propio intestino que forman una barrera y el sistema linfático asociado al intestino (una capa bien gruesa de células inmunitarias que constituyen el 80% de las células inmunitarias totales del organismo).
Cómo se relaciona la microbiota con los trastornos intestinales
En los últimos años parece que se ha puesto de “moda” hablar de la microbiota, aunque realmente podríamos pensar que POR FIN se ha empezado a hablar de la influencia que tienen los microorganismos que tenemos en los intestinos en nuestra salud.

En nuestros intestinos tenemos aproximadamente 100 billones, ¡¡sí!!, billones de bacterias “buenas”, además encontramos también arqueas, hongos y protozoos, entre otros. A todo este conjunto de microorganismos le llamamos microbiota intestinal.
Y puede que te preguntes, ¿cuándo se empieza a formar esta microbiota? ¿Has oído hablar de los 1.000 días del bebé?
Los 1.000 días del bebé se cuentan desde el momento en que es concebido hasta los 2 años de vida, se trata de un período crucial para alcanzar el mejor desarrollo y salud a largo plazo.
Se pensaba que nuestro intestino era colonizado en el momento de pasar por el canal del parto a partir de la microbiota vaginal de la madre, pero los últimos estudios afirman que en el cordón umbilical materno hay algunos componentes de microbiota, que dependen de la microbiota intestinal y vaginal de la madre durante el embarazo, y también se ha visto que la lactancia materna tiene un papel fundamental en la consolidación de la microbiota intestinal.
Por lo tanto, la formación de la microbiota del bebé está influida por el parto, el embarazo y la lactancia. Sumado a otros numerosos factores, sobre todo ambientales, que influyen en la formación de la microbiota intestinal, como son el entorno familiar y presencia o no de animales en la vida de nuestro bebé.
Por ello es tan importante que las mamás tengan una microbiota saludable. Lo más aconsejable es trabajarla antes del embarazo, pero también se puede tratar durante el mismo embarazo.

La salud intestinal de la madre determinará la colonización intestinal del bebé e influirá en toda su vida.
A partir de los 2 años la microbiota se va conformando como una microbiota madura, cambiando hacia la del adulto en función de su alimentación, el medio en que viva y los fármacos que haya tomado, sobre todo, antibióticos.
Todo ello determinará la tendencia a sufrir cierto tipo de enfermedades que aparecen en la infancia, como las bronquitis, alergias, y los problemas de piel como las dermatitis atópicas, en las que el estado de los intestinos juega un papel primordial en su evolución.
- Nos protege de la colonización de otras bacterias nocivas para nuestra salud.
- Colabora en la digestión de los alimentos.
- Actúa en la absorción de los nutrientes que necesitamos para estar sanos.
- Contribuye en la producción de algunas vitaminas.
- Forma parte de la barrera que deben tener nuestros intestinos para qué las substancias tóxicas no pasen al torrente sanguíneo.
- Tiene un papel importantísimo en la regulación de nuestro sistema inmunitario.
- Favorece la relación entre el intestino y el cerebro, tan importante para una buena salud emocional.
Nuestros intestinos, también llamados “segundo cerebro” hacen mucho por nuestra salud e inmunidad.
Gran parte de las enfermedades que sufrimos están relacionadas con un estado intestinal deficitario.
Este funcionamiento alterado provocará que estemos inflamados, intoxicados, con sensibilidades alimentarias que nos dan muchos problemas o patologías gastrointestinales de las que hablaremos seguidamente:
Disbiosis o disbacteriosis, ¿qué es?
La disbiosis es el desequilibrio de la estructura y de la función normal de la microbiota.
Estos cambios cuantitativos y/o cualitativos en su estructura y, consecuentemente, en su funcionamiento implican un riesgo para la salud, ya que reducen la capacidad de absorción de los nutrientes necesarios.
Tradicionalmente, la disbiosis se ha asociado a trastornos digestivos más comunes, mencionados anteriormente. Aunque actualmente también se ha asociado a la predisposición de sufrir distintos tipos de enfermedades.
La disbiosis conlleva un sobre crecimiento de bacterias “malas” en el Intestino delgado (llamada SIBO) y/o en el intestino grueso (conocida como LIBO); también puede ir asociada a la presencia de microorganismos patógenos como amebas, parásitos u hongos o al sobre crecimiento de hongos (LIFO y SIFO).

¿Qué puede favorecer la aparición de disbiosis en nuestro sistema digestivo?
- Seguir una mala alimentación rica en:
- Azúcares.
- Alimentos procesados (paquetes industriales…).
- Grasas oxidadas (fritos).
- Grasas trans (aceites vegetales parcialmente hidrogenados).
- Trigo moderno y sus preparaciones: galletas, bollería, pan o pasta.
- Exceso de proteínas.
- Exceso de lácteos, especialmente de vaca y de mala calidad.
- Exceso de estimulantes: café, té…
- Edulcorantes artificiales (sacarina, E-954/ sucralosa, E-955/ aspartamo, E-951) y otros aditivos
- Dietas pobres en fibra, vitaminas y minerales
- Insuficiente masticación
- Dietas mal balanceadas
- Uso/abuso de fármacos
- Estrés físico o psíquico
- Radiaciones, ultrasonidos y tóxicos medioambientales
- Falta de movimiento y ejercicio físico.
- Hábitos tóxicos cómo el tabaquismo y alcohol.
- Falta de contacto con la naturaleza.
- Excesiva higiene.
- Cambios del pH
- Déficit de ácido clorhídrico. Frecuente a partir de los 40 años, o si tomamos inhibidores de la bomba de protones (antiácidos, los mal-llamados, “protectores de estómago”)
- Déficit de enzimas pancreáticos
- Alteraciones de la motilidad intestinal, estreñimiento
- Enfermedades hepáticas o pancreáticas
- Envejecimiento (disminuyen las bifidobacterias)
- Factores ambientales: estrés, contaminación, pesticidas.
- Infecciones intestinales: salmonelas, parásitos, hongos, entre otras.
¿Cómo podemos sospechar que tenemos una disbiosis intestinal?
Uno de los primeros síntomas es la aparición de gases y de vientre hinchado en cuanto comemos algo, eructos, náuseas, estreñimiento o diarreas con heces olor a pescado, flatulencias malolientes, dolor de cabeza, caída de cabello, entre otros.
¿Qué consecuencias puede tener una disbiosis?
- Cuando tenemos una disbiosis en nuestros intestinos aparece un sobre crecimiento de las bacterias de putrefacción y se incrementa la fermentación bacteriana de las proteínas que provocará gases generalmente mal olientes.
- Estas substancias fermentadas producirán amoniaco, aminas fenoles, e índoles muy tóxicas, que el hígado tiene que convertir en urea u otros productos de degradación para poder ser expulsados por la orina.
- Si la disbiosis es importante y nuestro hígado no puede hacer correctamente su trabajo de degradación de estos tóxicos, puede aparecer embotamiento mental, somnolencia, ligera dificultad para hablar, hipersensibilidad a la luz y al ruido, alteraciones del sueño, palpitaciones, dolores musculares, mareos, desmayos, alteraciones en el Sistema Inmune, hepática, disfunción del eje hipotálamo-hipofisario.
- Permeabilidad intestinal con sus consecuencias.
- Aumento de histamina intestinal que provoca la aparición de cefaleas, migrañas, somnolencia, irritabilidad, cansancio, aumento de peso, tensión arterial.
- La disbiosis favorece la aparición de:
- Problemas de la piel (dermatitis, alergias, eccemas…)
- Trastornos metabólicos como la obesidad, diabetes, y el síndrome metabólico en el que se suman la hipertensión, diabetes y colesterol.
- Enfermedades inflamatorias intestinales como el colon irritable, el Crohn y la colitis ulcerosa, la celiaquía, diarreas crónicas.
- Cáncer colorrectal.
- Alteraciones del Sistema Nervioso como el trastorno de espectro autista, o alteraciones emocionales (depresión, astenia, ansiedad, insomnio…)
- Sobrecarga y descompensación hepática.
¿Cómo se diagnostica una disbiosis intestinal?
En caso de sospecha de disbiosis en el Centro de Medicina Biològica de Barcelona utilizamos distintos métodos para hacer el diagnóstico: testar los probióticos que te pueden ayudar mediante la Electroacupuntura de Voll y solicitar un examen de heces (o Test de disbiosis intestinal) para ver el estado de los intestinos o de orina para ver los metabolitos que se eliminan.

Los exámenes de heces son completos porque no solo podemos ver si hay disbiosis, sino conocer con gran exactitud el estado de nuestros intestinos: si hay permeabilidad intestinal, parásitos, hongos…, y ver las consecuencias que estas alteraciones producen en ellos.
Toda esta información nos permite hacer un tratamiento de regulación entre las familias de bacterias más frecuentes y corregir así los trastornos que una microbiota alterada puede provocar en nuestro organismo.
Alteraciones de la microbiota
Los patógenos (virus, bacterias, protozoos u hongos) se pueden instalar en nuestro intestino por tres motivos:
- Son muy virulentos y entrar en contacto con ellos implica infección.
- Hay un desequilibrio de la microbiota (disbiosis) que implica un sobre crecimiento de algunos microorganismos que pueden pasar de ser simbiontes a patógenos.
- Hay una disbiosis que permite el espacio para que se instalen algunos patógenos a priori poco virulentos.
Para el diagnóstico de cualquiera de estos patógenos podemos usar tanto los tests de heces como el test de Electroacupuntura de Voll (EAV).
Los patógenos pueden ser:
Son muy típicos en la infancia, cuando producen cuadros de gastroenteritis aguda.
Por ejemplo, tendríamos el rotavirus.
Aunque nuestro microbioma intestinal está formado principalmente por bacterias, algunas pueden ser patógenas siempre y otras en determinadas condiciones.
Podría ser el caso de la difteria, el Clostridium Difficile o la salmonelosis.
Una de las más comunes es el Helicobacter Pylori, una bacteria que vive en el estómago y duodeno (principio del intestino) y que puede dar muchas molestias intestinales como dolor fuerte en los intestinos y reflujo gastroesofágico con ardor.
También puede dar sensación de distensión abdominal y hambre constante.
Genera una inflamación de intestinos crónica (gastritis y duodenitis) que puede llegar a producir una úlcera e incluso cáncer.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de infecciones son asintomáticas y no dan problemas en el huésped.
Pero en caso de sintomatología es muy importante tratarlo cuando se detecta. Aun así, hay tratamientos menos agresivos e igual de efectivos que los convencionales.
Infecciones como las amebiasis: estas son más frecuentes en países con sistemas precarios de potabilización del agua, por lo que, en nuestro país, lo más frecuente es verlas en viajeros. Pueden ser asintomáticas o dar cuadros de diarrea y dolor abdominal, entre otros.
Algunos hongos también forman parte de nuestro microbioma intestinal.
En condiciones normales la mayoría de los hongos microscópicos no son especialmente patógenos para el ser humano, aunque, en condiciones de disminución de la inmunidad o de disbiosis lo pueden ser.
Cuando se da un sobre crecimiento de hongos en el intestino hablamos de LIFO o SIFO en función de si este se da en intestino grueso o delgado.
Por lo que respecta al intestino hay que destacar las candidiasis intestinales.
Estas se suelen dar cuando hay una disbiosis intestinal, son muy frecuentes y dan muchos trastornos a distancia (con incremento de peso, cansancio y alteraciones incluso del humor) por lo que tratarlas es fundamental.
Es imprescindible sospecharlas cuando hay candidiasis vaginales de repetición.
Y, aparte del tratamiento específico (dieta, productos para eliminar la cándida y probióticos), es fundamental tratar el motivo de fondo para que no haya una recidiva.
SIBO (small intestine bacterial overgrowth, en inglés) se refiere al crecimiento de bacterias localizadas en el intestino delgado que provienen del intestino grueso.
El SIBO se produce cuando microorganismos del intestino grueso o colon se desplazan hacia el intestino delgado. Por lo tanto, el estado de la “compuerta” entre el intestino grueso y el delgado es clave.
Se caracteriza sobre todo por barrigas hinchadas y gases molestos. Aunque los síntomas pueden ser muchos más como descomposición, estreñimiento, distensión abdominal, entre otros.
En el caso del SIBO existe una prueba específica, aparte de los tests de heces y el test de EAV.
Se trata de la prueba de aire aspirado de lactulosa –que no tiene nada que ver con la lactosa y que es uno de los “alimentos preferidos” de las bacterias– para medir los niveles de hidrógeno y metano, dos gases que producen las bacterias cuando fermentan.
Si hay un exceso de bacterias del colon en el intestino delgado, los niveles de hidrógeno o metano serán anormalmente elevados de forma prematura indicando un SIBO. Según que gas se haya elevado nos indica un tipo de sobre crecimiento u otro.
- Dieta FODMAP: evitar carbohidratos de rápida fermentación, para conseguir disminuir el alimento de las bacterias presentes en el intestino delgado.
Esta pauta nutricional que establecemos en nuestro servicio de Nutrición integrativa podrá ser de gran ayuda para bajar la fermentación en el intestino grueso, pero se debe seguir entre 1-3 meses cómo máximo. Después adaptamos la pauta nutricional, para cada paciente. - Terapia antibiótica, bien con fármacos o con fitoterápicos.
- Recuperar el ácido del estómago, y una adecuada regulación de la producción de bilis y enzimas pancreáticas.
- Espaciar las comidas cada 4 horas para facilitar el correcto vaciamiento en los segmentos proximales del sistema digestivo y evitar así la acumulación de bacterias en esta zona.
- Gestión del estrés.
Alergias, intolerancias y sensibilidades alimentarias
Las intolerancias y sensibilidades alimentarias pueden ser tanto causa como consecuencia de los trastornos intestinales.
Las alergias no siempre tienen relación con el estado del sistema digestivo.
En ocasiones las personas pueden reaccionar ante la ingesta de determinados alimentos de forma anómala y presentar reacciones adversas. Un alimento favorable para una persona puede no serlo para otra.
Esto se puede dar mediante el sistema inmunitario, es el caso de las alergias y las sensibilidades; o sin que este intervenga, es el caso de las intolerancias alimentarias.
Es una reacción inmunitaria mediada por inmunoglobulinas tipo IgE.
En este caso, la persona ingiere el alimento y se produce de forma rápida una reacción en donde hay liberación de histamina y otros mediadores inflamatorios.
Pueden aparecer inmediatamente síntomas como urticaria, hinchazón de labios y boca, silbidos al respirar, dolor abdominal, diarrea… y en casos graves una reacción anafiláctica con inflamación de la garganta que impide la respiración, pulso acelerado, y pérdida de conocimiento.
Es importante tratarla de forma inmediata.
Las alergias suelen ser de fácil diagnóstico pues los síntomas se presentan de forma rápida y los relacionamos con el alimento ingerido.
Algunas proteínas contenidas en determinados alimentos pueden desencadenar un proceso de tipo inmunitario en el organismo, con la producción de inmunoglobulinas de tipo IgG.
Se producen gran cantidad de trastornos y de forma insidiosa se instaura una inflamación de intestinos u otros órganos crónica de bajo grado. Por lo que generalmente es complejo determinar una relación causa-efecto de forma clara debido a que los síntomas aparecen más tarde.
En general las sensibilidades alimentarias se dan en casos de hiperpermeabilidad intestinal (son sensibilidades secundarias), aunque hay algunas que pueden ser primarias.
En las sensibilidades alimentarias no solamente pueden aparecer síntomas a nivel del sistema digestivo, sino que pueden manifestarse:
- En la piel (atopia, urticaria, acné).
- En sistema nervioso (cefaleas y migrañas, ansiedad, fatiga, hiperactividad).
- Con dolores articulares y musculares.
- A nivel respiratorio (asma, bronquitis).
- Dificultad para perder peso, entre otras.
En este caso no está implicado el sistema inmunitario, sino que hay una respuesta funcional anormal del organismo.
Esto ocurre, entre otros, en casos de intolerancia a la lactosa, a la fructosa o a la histamina en donde hay déficits o fallos enzimáticos que producen los trastornos.
Es importante realizar un diagnóstico correcto con el Test de intolerancias alimentarias y establecer un tratamiento adecuado que diferirá según cada caso.
En la alergia se debe excluir el alimento de forma permanente. Por ejemplo, una persona con alergia a los cacahuetes no debe ingerir cacahuetes o productos elaborados que puedan contener cacahuetes.
En el caso de las intolerancias se debe excluir el alimento o grupo de alimentos implicados, pero en ocasiones se puede suplementar con la enzima deficitaria específica de cada caso.
Además, en algunos casos las intolerancias son secundarias a la inflamación de intestinos y, al mejorar esta, pueden revertir o disminuir la sintomatología asociada.
En la sensibilidad alimentaria se realizará una dieta, durante un tiempo variable, excluyendo el/los alimentos a los que presenta sensibilidad. Paralelamente, se trabajará para mejorar el intestino y una vez el organismo esté regulado se reintroducirán los alimentos de forma progresiva para valorar tolerancia.
Según los casos será necesaria la suplementación con pre/probióticos, aminoácidos y oligoelementos con micronutrición o nutrición ortomolecular.
Celiaquía
La enfermedad celíaca es una enfermedad debida a una reacción anómala al gluten (una proteína de algunos cereales).
Es una de las enfermedades gastrointestinales más conocida. Aun así está infradiagnosticada y a menudo nos encontramos con adultos a los que les realizamos dicho diagnóstico.
Se conoce menos, aunque cada vez es más frecuente, la intolerancia al gluten no celíaca, una enfermedad que da malestar, a menudo muy intenso, cuando se consume gluten, aunque la persona no sea celíaca.
Hay muchas teorías sobre por qué cada vez es más frecuente, como el uso de pesticidas o la gran prevalencia de la permeabilidad intestinal.

Mala alimentación
Como comentábamos en apartados anteriores, la microbiota funciona cómo un órgano más de nuestro cuerpo y es de vital importancia.
Aparte de las funciones que anteriormente hemos descrito, existe una gran conexión que se conoce eje microbiota-intestino-cerebro.
Nuestra microbiota e intestino, son capaces de modular nuestro comportamiento y pueden llegar a guiar nuestra preferencia a unos alimentos u otros. Así cómo controlar nuestra sensación de hambre y saciedad.
Algunos patógenos, como las cándidas, nos piden los alimentos que necesitan: es muy frecuente en las candidiasis intestinales sentir deseo excesivo de dulces porque las cándidas se alimentan básicamente de azúcares simples.
Cómo hemos comentado anteriormente, una mala alimentación, ya sea por una dieta desequilibrada o por el consumo de alimentos inflamatorios, nos puede producir una disbiosis intestinal.
Antibióticos y otros fármacos
Los antibióticos son medicamentos diseñados especialmente para matar bacterias.
El problema es que no son específicos para una sola bacteria, sino que cada antibiótico tiene un rango de acción que abarca muchos microorganismos diferentes.
Es por ello que, cuando realizamos un tratamiento antibiótico, dañamos poco o mucho nuestra microbiota intestinal.
Es muy importante dar soporte al intestino cuando tomamos antibióticos, si esto no se hace podemos encontrarnos con trastornos tanto a corto como a largo plazo.
Muchos otros fármacos tienen un impacto en nuestro microbioma intestinal. Y de ahí algunos efectos adversos.
Es uno de los motivos por los que en nuestro Centro de Medicina Biològica de Barcelona siempre procuramos recetar los mínimos fármacos y solamente cuando son realmente necesarios. Y en ese caso, damos apoyo a la microbiota si es necesario.
Emociones
Las emociones pueden ser causa y consecuencia de los problemas intestinales.
Hemos hablado del eje microbiota-intestino-cerebro y de como la microbiota puede influenciar en nuestras emociones.
Se ha relacionado, por ejemplo, el estado del intestino con patologías como la depresión o la ansiedad y cada vez hay más estudios científicos en esta dirección.

Pero el eje también funciona en la otra dirección en la que es el cerebro, que influye en el intestino y la microbiota.
Todos conocemos expresiones como “se me hace un nudo en el estómago” y seguro que tenemos un conocido que tiene que correr al baño cuando sufre estrés.
El estrés emocional, la inadaptación a situaciones externas, y otros factores ambientales externos, son una sobrecarga para el organismo e influyen totalmente en nuestra microbiota y en el funcionamiento adecuado del sistema digestivo.
El cual repercutirá en la salud y vivacidad del resto del organismo y sobre todo de la salud mental, del estado anímico, la motivación y el sueño.
Químicos y campos electromagnéticos (CEM)
Muchos productos químicos, así como los campos electromagnéticos artificiales, han demostrado que tienen la capacidad de generar permeabilidad intestinal, alterando, por tanto, la barrera intestinal y produciendo síntomas secundarios a este hecho.
Los metales pesados, por ejemplo, presentes en los empastes de amalgama o en los peces de gran tamaño, pueden alterar la microbiota intestinal alterando la barrera. De igual modo, los pesticidas, entre muchos otros químicos.
Te recomendamos este artículo sobre salud bucodental y salud general en el que hablamos de los empastes de amalgama.
En nuestro centro de salud integrativa, evaluamos desde la óptica de la medicina medioambiental el riesgo de químicos y campos electromagnéticos artificiales y damos las recomendaciones pertinentes para reducirlo.
Cómo tratar los problemas gastrointestinales
En consulta nos llegan numerosas demandas sobre cómo desinflamar el estómago o los intestinos y quitar los gases; así cómo aliviar o solucionar los problemas gastrointestinales y cómo prevenirlos.
Como hemos comentado con anterioridad, lo primero a tener en cuenta antes de realizar un tratamiento es efectuar un buen diagnóstico que nos ayude a descubrir el origen de las molestias o trastornos intestinales.
Una vez identificado el factor o los factores que están causando los problemas gastrointestinales, abordaremos el tratamiento desde una visión integrativa con diferentes variantes:
Suplementación:
Probióticos, enzimas, glutamina y omega-3.
Para tratar los problemas gastrointestinales lo primero es establecer un buen diagnóstico etiológico, es decir, averiguar la causa real del problema.
A menudo con la Electroacupuntura del Voll (EAV) será suficiente y en algunos casos deberemos pedir pruebas diagnósticas específicas como un test de heces (Test de disbiosis intestinal).

En todos los casos habrá que restablecer la integridad de la barrera intestinal mediante una suplementación específica para cada caso: pre y probióticos para restablecer la microbiota intestinal, glutamina y omega-3 para reparar la mucosa, por ejemplo. También pueden ser útiles el aloe vera o el kuzu entre otros productos.
En caso de que haya microorganismos patógenos, habrá que eliminarlos, con fármacos o fiteoterápicos específicos, mientras se trabaja para restablecer la microbiota.
Después podemos añadir una ayuda con enzimas digestivas, betaína (si padecemos de una hipoclorhidria)… todo esto, nos puede ayudar en el proceso, mientras recuperamos las bases.
Habrá que retirar los factores ambientales desencadenantes como pueden los químicos, las intolerancias o los CEM.
Y la alimentación pautada desde la nutrición integrativa será un factor clave en el tratamiento y el mantenimiento posterior de la salud.
Mejorar la alimentación:
Comer alimentos reales, de temporada y evitar todo producto procesado.
Espaciar comidas y dar un respiro a nuestro sistema digestivo.
Comer con hambre real. ¡Qué acción más sencilla y qué importante es para nuestro sistema digestivo! Sin hambre real, el sistema digestivo no podrá digerir de forma correcta los alimentos ingeridos.
Y valorar desde la nutrición integrativa y la psiconeutoinmunología si hay necesidad de una dieta más específica durante un tiempo.

Abordaje desde la osteopatía:
Como consecuencia de inflamaciones, infecciones e irritaciones gastrointestinales, se produce una desarmonía funcional en los sistemas craneal, músculo-esquelético, visceral y fascias; que pueden afectar otros sistemas.
El tratamiento osteopático, desde un punto de vista global, se dirige hacia la normalización y mejora de metabolismo, sistema nervioso, circulación sanguínea y linfática, actuando sobre el tejido conjuntivo, fascias, sistema óseo del tronco y cadenas musculares.
Es necesario restaurar la armonía en la relación de presiones que hay entre las cavidades torácica y abdominal.

Es por ello que desde el nivel músculo-esquelético tratamos los bloqueos vertebrales de C2 (obtenemos efectos sobre el nervio Vago, que actúa a nivel intestinal) hasta las últimas lumbares, produciendo mejoras a los sistemas simpático y parasimpático.
Así también, se tratan las cadenas musculares anteroposteriores del tronco rectos y cruzadas.
Las fascias craneal, torácica y abdominal, que cumplen importantes funciones a la biomecánica y metabolismo corporal.
Especial atención dedicamos al diafragma, principal músculo inspirador, que es la continuidad entre fascias torácica y abdominal, a la vez que las separa.
Acupuntura:
La acupuntura o fitoterapia con la base de Medicina Tradicional China concibe y trata al organismo como un todo.
No se tiene en cuenta únicamente el problema gastrointestinal que tiene el paciente, sino que lo percibe como un síntoma, una parte o una rama del problema. Por lo tanto, siempre se busca la raíz o el origen del problema.
Esta raíz puede estar, por ejemplo, en un problema emocional o bien en lo que denominamos en Medicina Tradicional China “un déficit o plenitud”.
Con acupuntura tratamos muy habitualmente problemas de gastritis, reflujo, irritación de estómago, vejiga biliar, colitis ulcerosa, síndrome de Crohn y otras patologías digestivas.

Terapia Neural:

La terapia neural efectúa estímulos sobre el sistema nervioso vegetativo del paciente, que regula, entre muchos otros aspectos, funciones digestivas.
Cuando hay problemas gastrointestinales, bajo la mirada de la terapia neural, observamos que no existan campos de interferencia, es decir, focos inflamatorios crónicos que sobrecargan el organismo y lo debilitan.
Por ejemplo, cicatrices (las más comunes, cesárea o apéndices) o problemas a nivel bucal.
También exploramos si existe algún problema funcional o emocional, muy ligados con el aparato digestivo.
Reflexología podal o terapia de las zonas reflejas de los pies:
La reflexologia podal es una herramienta sencilla y muy eficaz en la regulación del sistema digestivo sobre todo con la aparición de los primeros síntomas: reflujo, alternancia de estreñimiento y diarrea, nauseas, pesadez en el estomago, hinchazón abdominal, colon irritable, hemorroides.
O cuando el organismo da muestras a nivel anímico, mental y en la alteración del sueño, ya que en nuestro intestino se fabrican neurotransmisores como la serotonina, la dopamina la acetilcolina entre otros que regulan el estado de humor, el apetito sexual, el sueño y la motivación.

A veces los síntomas también son a nivel cardíaco por sobretensión en diafragma y epigastrio, o por acumulación de gases debido a la fermentación de alimentos.
Así pues, el tratamiento en las zonas reflejas de los pies cuando aparecen los primeros síntomas nos ayuda en la prevención de enfermar.
- Se consigue una regularización general del tono muscular de los esfínteres; alivia la tensión, la molestia y el dolor; se estimula inervación y se regulariza sistema vegetativo, para mejorar y restablecer el buen funcionamiento.
- Regulariza y regenera en el caso de Colon irritable y también en las primeras fases de Colitis Ulcerosa.
- Pacientes con enfermedad de Crohn, tienen una clara mejoría de las molestias intestinales que producen los espasmos abdominales y cólicos intestinales, así como el alivio de los varios síntomas que produce esta enfermedad.
- La TZR contribuye tanbién en la gestión de las emociones y la afectación que esto supone en las mucosas gástrica e intestinal, y todo el tracto dese la boca hasta el ano.
- Regulariza y regenera la mucosa intestinal, en caso de demasiada permeabilidad intestinal, evitando la autointoxicacion, y todo lo que esto comporta.
Reflexiones finales sobre los problemas gastrointestinales
Cuando hay problemas en el sistema digestivo, la sintomatología puede ser muy variada y relacionada directamente con molestias o trastornos intestinales, trastornos, dolor fuerte en los intestinos o inflamación de intestinos; o bien pueden aparecer síntomas fuera del sistema digestivo.
Lo primero a tener en cuenta antes de realizar un tratamiento es efectuar un buen diagnóstico que nos ayude a descubrir el origen real de los problemas gastrointestinales.
Una vez identificado el factor o los factores que están causando los problemas gastrointestinales, abordaremos el tratamiento desde una visión integrativa.
Así que acabamos preguntándote, ¿cómo tienes tu aparato digestivo?
Artículo redactado por:









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